El proceso del kiwi

Agua, abono orgánico e insectos polinizantes son el único secreto de Kiwiastur.

Los frutos crecen y maduran durante la primavera, el verano y parte del otoño. El cultivo, sin abonos químicos, comienza en marzo con la floración simultánea de plantas femeninas y masculinas, y su fecundación con ayuda de insectos polinizadores.

Las abejas son, indiscutiblemente, las trabajadoras más pequeñas, más numerosas e incluso más importantes de Kiwiastur, a razón de unas 7 u 8 colmenas por hectárea. Cuanto mayor sea la polinización, mejor será el fruto: de ahí nuestra apuesta por un proceso completamente natural, orientado a la calidad y a la sostenibilidad.

A esta etapa, la más importante en la aventura del kiwi, se llega tras una laboriosa tarea de poda de fructificación de las plantas femeninas entre diciembre y febrero. Durante el crecimiento se poda en verde para favorecer la ventilación e insolación de los frutos. Los machos se sanean cuando terminan con su función, la de producir flor, para que no resten luz a las hembras adyacentes.

Estos trabajos los desempeñan expertos horticultores, igual que la plantación y la elección del sistema de formación, para alcanzar el máximo potencial productivo. La estructura de soporte, el entutorado y, sobre todo, la distribución de las plantas son factores determinantes para la producción, puesto que el número y la ubicación de las plantas macho influyen en la polinización y esta en la calidad del fruto.

La cosecha se lleva a cabo en noviembre, cuando el fruto, ya bien formado y de tamaño adecuado, alcanza un grado de azúcar óptimo y una concentración elevada de materia seca, que garantizan un sabor agridulce, largo, afrutado y refrescante.

La recolección es completamente manual, para garantizar la integridad de los kiwis hasta su llegada a nuestras instalaciones.